Durante los últimos sesenta años en España, la posibilidad de estudiar en el extranjero ha cambiado de ser una opción a nivel privado y sólo para familias con recursos a convertirse en un programa de estudios más dentro de la educación pública.
Las primeras becas para estudiar en el extranjero se concedieron tras la aprobación en 1983 de la Ley de Reforma Universitaria de España la cual, considerando la apertura democrática del país, tuvo que adaptar su sistema educativo para poder presentarse a la puertas de Europa con unos programas de estudios modernos y compatibles con otros más avanzados como el francés, alemán o británico.
El aumento del poder adquisitivo de los españoles durante la primera parte de la década de los 80 también favoreció que, a nivel privado, chicos y chicas empezaran a pasar veranos o cursos académicos enteros en países como Francia e Inglaterra.

No obstante, no fue hasta 1987 y ya con España como miembro de pleno derecho de la Comunidad Europea cuando en España se disparó el número de estudiantes en el extranjero. El programa, European Region Action Scheme for the Mobility of the University Students, del que obtenemos el acrónimo Erasmus, en honor al humanista, filósofo y teólogo Erasmo de Rotterdarm, fue promovido por el aquel entonces Comisario de Educación en la Unión, Manuel Marín, quien contó con el apoyo del presidente de la Comisión, Jacques Delors, y los gobiernos de España y Francia. El éxito para España de las becas Erasmus ha sido especialmente importante en términos educativos. Alrededor de 400.000 personas, desde los primeros 250 estudiantes en 1987, se han beneficiado de este programa, lo que ha provocado un salto cualitativo en el nivel académico universitario español en los últimos 25 años, gracias al aprendizaje del idioma del país donde el alumno solicitó pasar su año Erasmus.
También en los últimos 25 años, los estudios de idiomas en el extranjero se han «democratizado» en el sentido de que más y más personas cada vez pueden acceder a ellos por ser más económicos. Si en 1987, un curso en inglés con estancia incluida durante sólo un mes de verano podía alcanzar las 400.000 pesetas de entonces, hoy en día, por ese mismo precio se puede contratar un curso de inglés en el extranjero por 3 meses. Además de haberse reducido ese precio por el aumento de la oferta, hemos de considerar que existen otras fórmulas para pasar una temporada en el otro país como los intercambios en familias de acogida, los cuales permiten que la estancia sea gratis y sólo haya que pagar las clases de inglés.
No hay duda de que, sobre todo en las dos últimas décadas, la movilidad de los alumnos españoles por Europa ha aumentado de forma considerable, ya sea por planificación pública de programas como el Erasmus, o por la mayor oferta de iniciativas de este tipo a nivel privado. Decía Manuel Marín, Comisario de Educación de la Comunidad Europea en 1987, que los intercambios de estudiantes en Europa han hecho por el continente mucho más que la unión monetaria y que los Erasmus son un ejemplo de la «buena Europa». Desde luego que experimentar la vida en el extranjero nos otorga una visión más completa del mundo en el que vivimos.
Las modalidades de enseñanza de idiomas son cada vez más sofisticadas y más amigables, lo que hace que baje la tasa de deserción.
Por ejemplo en el caso de los niños una modalidad cada vez más implementada es la de campamentos en el extranjero, los niños pueden hacer actividades, socializar, al mismo tiempo que aprenden el idioma.
Para los adultos también se organizan distintos viajes en los cuales se pueden hacer distintas actividades recreativas, hacer turismo y además aprender el idioma. No hay excusas!!!
Afortunadamente cada vez es más amplia la oferta de cursos de idiomas en el extranjero para los españoles, hay cursos para niños, adultos, campamentos en verano e incluso vacaciones familiares en el extranjero para aprender idiomas. Celebramos esto ya que un segundo idioma ya no es optativo sino una obligacion.
Menos mal que se han cambiado todos estos aspectos y en la actualidad podemos acceder a una formación de calidad e internacional a precios más económicos o con ayudas, pudiendo permitir que no sólo las personas con un poder adquisitivo alto puedan recibir este tipo de educación.
Gracias por tu comentario Luis. Sí, es cierto que en los últimos años se ha democratizado el acceso a la formación en el extranjero y se han ampliado las formas de vivir, trabajar y estudiar fuera.