Ha llegado un momento en el que el número de estudiantes de inglés, francés o español es tan alto que cuesta hacerse espacio a nivel profesional. Incluso, en el plano cultural, nos olvidamos de otras culturas donde estos idiomas no son hablados de forma masiva. Por estas y otras razones más, merece la pena hablar de las ventajas de aprender idiomas no tan populares como los citados.
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Oferta y demanda de profesional
Es difícil saber cuántas personas cuentan con un C2 de inglés o español, pero más sencillo conocer quién habla a este nivel polaco, checo o portugués. ¿Qué significa esto? Que si aprendes un nivel Proficiency de, por ejemplo griego, ya que hay menos competitividad al respecto, tendrás más oportunidades de conseguir trabajo en empresas donde este idioma sea utilizado.
Además de poder conseguir más fácilmente un empleo, tampoco olvides los salarios, tanto en el sector público como en el privado. Un buen nivel de danés te puede proporcionar un puesto de directivo en una empresa internacionalizada o trabajo en embajadas y consulados. Y esto último implica la posibilidad de solicitar un destino laboral en países donde se hable alguno de estos idiomas “menores”.
Aspiraciones personales
Más allá del ámbito profesional, aprender idiomas tiene otros beneficios a nivel personal. Por un lado, está el hecho de penetrar en una lengua poco familiar, alejada de las romances o el propio inglés.
Tampoco hay que olvidar la posibilidad de estudiar en países como Portugal o Grecia. Contar con un buen nivel de conocimiento de estos idiomas te permitirá, por ejemplo, acceder a becas Erasmus.
Amplia la geografía de tus viajes
Países centroeuropeos como Hungría tienen una tradición lingüística distinta a los países tradicionalmente “occidentales”, donde el inglés y el francés han sido siempre las lenguas extranjeras a estudiar. Así, en la zona este de Europa el ruso, el alemán y las lenguas locales son las más habladas. Si quieres conocer estos países en profundidad, entonces es importante estudiar estas lenguas no tan populares.
Esto te permitirá vivir o visitar de forma más plena estupendas ciudades como Budapest o Praga. Poder relacionarte con la gente local en los barrios o cascos antiguos y salir del tradicional circuito turístico.
Crea un nuevo itinerario académico
Todas las lenguas pertenecen a familias linguísticas. Por ejemplo, el inglés tiene similitudes con el alemán y las lenguas escandinavas por la influencia en el primero de los pueblos anglos, jutos y sajones.
Y si profundizas más, el checo y el holandés, desde otra rama lingüística, también tiene sus vínculos con lenguas centroeuropeas. Es decir, que puedes aprender checo y después seguir con el alemán, la variante austriaca o el propio húngaro.
Desde el punto de vista epistemológico o del conocimiento, el aporte de aprender un idioma como el húngaro ayuda enormemente a desarrollar una mente más completa, con nuevas lógicas y estructuras lingüísticas. Sin mencionar el aumento de la capacidad memorística al aprender palabras que, en su raíz, nada tienen que ver con el castellano.
Por último, si quieres destacar como lingüista, lo tendrás más fácil –por la mencionada falta de competencia– si optas por lenguas poco comunes en el ámbito occidental como las mencionadas. Esto te permitirá acceder a puestos académicos bien remunerados tanto en tu país como en otras tierras.
Dónde estudiar lenguas poco comunes
Todo lo dicho anteriormente no tendría sentido si no te ofreciéramos una opción para aprender las lenguas mencionadas y otras más. Y esa opción es Ynsitu, una plataforma líder en cursos de idiomas en el extranjero, que te ofrece poder reservar escuela, tipo de formación y hasta forma de estancia en países donde se habla polaco, checo, griego, portugués o danés. Tendrás la oportunidad de recibir un servicio integral e inmersivo para estudiar el idioma que más te apasiona.