Introducción a los Cuentos de Canterbury

Bifel that in that seson on a day,
In Southwerk at the Tabard as I lay
Redy to wenden on my pilgrymage
To Caunterbury with ful devout corage,
At nyght was come into that hostelrye
Wel nyne and twenty in a compaignye
Of sondry folk, by aventure yfalle
In felaweshipe, and pilgrimes were they alle,
That toward Caunterbury wolden ryde.

El párrafo anterior corresponde al Prólogo General de la versión en inglés antiguo o middle english de los míticos Cuentos de Canterbury. Los que estéis familiarizados con el inglés actual, ya habréis intuido el origen de algunas palabras modernas que podéis manejar cuando os expresáis en anglosajón. Fijaos en nyght (night), nyne and twenty (twenty-nine) o felaweshipe (fellowship)…eso es middle english, ese estadio linguístico entre el anglo-sajón antiguo mezclado con el latín y el francés normando y un inglés más actual que irrumpiría en Europa a partir del siglo de Shakespeare y evolucionaría aún más en la época victoriana alcanzando casi su estado actual, si hablamos, por supuesto, del inglés británico.

Los Cuentos de CanterburyUn día, por aquellas fechas del año, a la posada de «El Ta­bardo», de Southwark, en donde me alojaba dispuesto a emprender mi devota peregrinación a Canterbury, llegó al anochecer un grupo de 29 personas. Pertenecían a diversos esta­mentos, se habían reunido por casualidad, e iban de camino hacia Canterbury.

Este sería el comienzo del libro de Geoffrey Chaucer (1343-1400), filósofo, poeta y diplomático de la corte inglesa en tiempos del reinado de Eduardo III, que produjo este escrito, en su mayor parte en verso, y que fue recogido en dos manuscritos denominados Ellesmere y Hengwrt, los cuales sobrevivieron hasta el siglo XVI, tiempo en el que el texto fue publicado ya como los Cuentos de Canterbury. Éstos, poseen una estructura que comienza con un prólogo, desarrollo y epílogo, planteamiento muy adecuado para obras de tipo romántico, épico o mítico y que ha sobrevivido a nuestros días.

Toward Inn
Como anuncia el párrafo traducido al castellano que hemos utilizado más arriba, el propio libro comienza con un Geoffrey Chaucer que se disponía a peregrinar a la Catedral de Canterbury para mostrar sus respetos al Santo-martir Thomas Becket (1,118/1,120-1,170 d.C.), considerado como tal tanto por la Iglesia Católica como por la posterior escisión de la misma, la Iglesia Anglicana. El caso es que el autor inglés comenzó esa peregrinación en la ciudad de Londres y, concretamente, en el Tobard Inn, un pub cercano a London Bridge y situado en la zona de Southwark, una población separada de Londres en tiempos de Chaucer, que gozaba de una fama dudosa por ser un lugar de encuentro para «gentes de mal vivir», con el prostíbulo La Campana como referencia. No obstante, al encontrarse en la ruta de peregrinación hacia Canterbury, también era visitado por peregrinos provenientes de toda Inglaterra. Actualmente, el callejón y la pequeña plazuela que antaño fuera ocupada por el Tobard Inn, es el lugar donde se encuentra el pub The George Inn. Aquí tenéis una foto actual del recinto y su mapa de localización por si, en una visita a Londres, os apetece tomaros una pinta en un lugar de interés:

 

The Inn George, Southwark

 


Ver mapa más grande

 

Siguiendo con la introducción al libro los Cuentos de Canterbury, Chaucer, mientras descansaba y reponía fuerzas en el pub de la posada, fue testigo de como 29 peregrinos más se alojaban en el Toward Inn, a cual más peculiar. Entabló amistad con cada uno de ellos y acabaron cenando juntos en una gran mesa y gobernados por el hospedero quien, al finalizar la cena, les propuso una actividad lúdica para hacer más ameno el largo camino hacia Canterbury. Les dijo así:

– Damas y caballeros -empezó el anfitrión-, háganse a sí mismos un favor y escuchen lo que voy a decir y no menos­precien mis palabras. En resumen, he ahí mi propuesta: cada uno de ustedes, para que el camino les parezca más corto, de­berá contar dos cuentos durante el viaje. Quiero decir, dos en la ida y dos en la vuelta. Cuentos del estilo de «érase una vez…». El que relate su historia mejor -con el argumento más edificante y divertido- será obsequiado con un banque­te a costa del resto del grupo, aquí, en esta posada y bajo este mismo techo, al regresar de Canterbury. Y para hacerlo más divertido, tendré mucho gusto en cabalgar junto a ustedes a mis propias expensas y en ser su guía. El que no se someta a mi decisión deberá pagar todos los gastos del trayecto. Aho­ra, si ustedes están de acuerdo, háganmelo saber enseguida, sin más dilación, y efectuaré los preparativos pertinentes.

Todos aceptaron y a la mañana siguiente los 29 peregrinos, Chaucer y el hospedero iniciaron peregrinación a Canterbury según habían convenido. Se sorteó quién debía contar primero los cuentos y le tocó al Caballero, uno de los de la compañía, cuya historia da comienzo al siguiente capítulo del libro e inicia la secuencia de relatos.

Y así, entre las historias de estos y aquellos, discusiones entre los ponentes e intervenciones del posadero para organizar los turnos y amenizar la travesía, Chaucer va relatando lo escuchado lo más fielmente posible, según él, sin ceder una coma a su invención ni omitir frases coloquiales o incluso groseras.

Ya casi llegando a Canterbury, el último turno es para el Parroco, quien prefiere recordar reflexiones de la Biblia en cuanto a lo moral antes de contar un cuento. Chaucer hace lo propio y termina recordando al lector que todos los aciertos en la transcripción de su relato se deben únicamente a la sabiduría de Jesús, mientras que los posibles errores obedecen más a su torpeza como amanuense.

No obstante, los Cuentos de Canterbury forman ya parte del fondo literario universal, especialmente de las obras más antiguas y que aportan, además de literatura, conocimiento lingüístico, en este caso, de la evolución de idioma inglés.

Lo hemos repetido multitud de veces en este blog: para aprender cualquier lengua es muy recomendable asociarlo a alguna actividad que nos apasione, como por ejemplo la literatura. Por eso esta pequeña introducción de una de las obras en inglés antiguo más representativas: los legendarios Cuentos de Canterbury, el primer texto literario escrito en inglés medio, la lengua vernácula de aquel entonces en «la tierra de los anglos».

Merece la pena acercarse al texto original y descubrir la forma arcaica de un idioma tan apasionante.

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