El oficio de traductor

Dentro del mundo de los idiomas existen tres grandes disciplinas: la interpretación, la docencia y la traducción, un trabajo este último de carácter más solitario que el resto donde el profesional se puede enfrentar a todo tipo de textos, tantos como temáticas podamos imaginarnos. José Francisco de Isla, destacado novelista y religioso jesuita definía a los traductores así:

Así pues, soy de dictamen que un buen traductor es acreedor a los mayores aplausos, a los mayores premios y a las mayores estimaciones. (1)

Y es que el oficio de traductor es tan antiguo como la propia historia humana, que se inicia con la elaboración de las primeras formas de lenguaje sumeria, la cuneiforme, que más tarde sería traducida y evolucionada por los acadios. En la historia antigua, tal vez una de las más importantes traducciones es la famosa Piedra Rosetta, un voluminoso objeto pétreo creado en 196 a.C. en la ciudad egipcia de Memphis, donde se recoge un decreto ordenado por el faraón Ptolomeo V en tres lenguas diferentes: jeroglíficos egipcios en la parte superior, el mismo texto en lengua demótica en la parte central, y griego antiguo en la parte inferior. Esta traducción fue de suma importancia para poder traducir el lenguaje egipcio a lenguas indoeuropeas a través del griego.

El oficio de traductor, exitoso en la mayoría de los casos, no obstante, aun tiene pendiente algunos retos como es la traducción de otra lengua antigua: la cretense protolengua griega Lineal A, de la que sólo se ha podido traducir una pequeña parte.

Las Siete Partidas
Alfonso X el Sabio, auténtico mecenas de humanistas y traductores

Andando en el tiempo, en relación a la traducción, hay que recordar la Plena Edad Media en España, y en concreto a la conocida Escuela de Traductores de Toledo, donde se congregaron de forma sublime los mejores expertos en lengua hebrea, musulmana y latina para rescatar maravillosos textos filosóficos e históricos que habían permanecido, sobre todo para Europa, ocultos durante siglos. Aquellos traductores, al menos en España, contaron con un importante mecenas: el rey cristiano Alfonso X el sabio, quien facilitó enormemente la labor de los traductores e intérpretes.

Podríamos seguir anotando algunos ejemplos más sobre la tarea del traductor a lo largo de la historia. Sin embargo, para resumir, podríamos concluir que en todos aquellos trabajos se congregaban una serie de valores que han ayudado a que la humanidad haya ido tomando forma gracias al descubrimiento de las esencias de civilizaciones enteras por las traducciones de numerosos textos.

En nuestros días, debido a la dinámica evolución del lenguaje, el cual ha aumentado en número, el oficio de traducción es primordial para entendernos a todos los niveles, ya sea para disfrutar de un gran texto literario como para el intercambio político y diplomático, sin contar la necesidad de este oficio para la sociedad de la información.

Son numerosas las agencias de traducción y aún mayor el número de textos a traducir. Como nos cuentan Online Traductores, una agencia de traducción de las que mejor se han adaptado a las nuevas necesidades de la traducción, el oficio al día de hoy se enfrenta a nuevos retos, sobre todo en lo que hace al acelerado mundo de Internet, donde la información se crea y se transmite de una forma infinitamente más rápida que en épocas anteriores.

No obstante, las características del traductor, antaño y ahora, vienen a ser las mismas: una gran conocimiento de las lenguas a traducir y esa capacidad humanística propia del traductor de penetrar en aquella cultura de la que se quiere traducir un texto. Un trabajo arduo y solitario que como apuntaba José Francisco de la Isla hace siglos, es merecedor de los mayores aplausos, premios y estimaciones.


Notas:

(1) Historia del famoso predicador, Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes.

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