¿Qué tienen en común Adolfo Suárez, Felipe González, Jose María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy? Lo más obvio es que han sido presidentes del gobierno. También, que han destacado por su poca destreza en la manejo de los idiomas -francés nivel bajo y poco más-. Por último, otro característica en común que les une es que los cinco son licenciados en Derecho (hoy Grado Derecho).
Es posible que la falta de habilidad para comunicarse en otra lengua distinta al castellano tenga que ver más con el hecho de pertenecer a una generación donde la enseñanza de idiomas no era una prioridad o, cómo afirmó Zapatero para justificarse -y de paso justificar a sus predecesores- que la potencia de la lengua castellana es tanta que aprender otro idioma no tiene mucho sentido. O cualquiera sabe, simplemente es una mera una casualidad. Aun así, por curiosidad, hemos echado un vistazo a los distintos planes de estudios de la carrera de Derecho desde la Ley de Ordenación de la Enseñanza Media, de 1953, y no hemos encontrado que, en ninguno de ellos, la enseñanza de los idiomas sea significativa, e incluso, que esté incluida en el plan de estudios. Ni siquiera en la Licenciatura de Derecho del Plan 2000.
En relación a los actuales planes de estudios para los nuevos grados, entre ellos el de Derecho, este aspecto se ha intentado corregir. Sin embargo, continúan echándose de menos asignaturas troncales u obligatorias relacionadas con los idiomas en los planes de estudios de muchas de las Facultades de Derecho. Para contrarrestar la falta de contenido anglófilo, muchas universidades están apostando el todo por el todo y compaginan la docencia en castellano con clases en inglés, e incluso, si la universidad se encuentra en alguna comunidad autónoma con lengua co-oficial, entonces las clases pasan a ser dictadas en castellano, inglés y la lengua vernácula de cada región en concreto.
Por lo tanto, si tomamos cómo válida la estadística de que los nuevos presidentes de España habrán estudiado Derecho -siguiendo la vocación de cinco de los seis presidentes democráticos-, podremos esperar con alegría y gozo que el nivel de inglés de los próximos gobernantes habrá mejorado considerablemente.